Vistas de página en total

sábado, 3 de marzo de 2018

El matalote 6

El caldero de las vanidades

    


A ver, hace pocas semanas comenzaron las pre-campañas de los candidatos a la presidencia. Se entendía ya que era un abuso y una urgencia adolescente, porque estos personajes fueran vistos y reconocidos en toda la república. Lo que no entiendo es por qué, ahora que terminaron las suntuosas, innecesarias, sosas y mal llamadas pre-campañas, cada uno de los abanderados se presenta ante su partido como el elegido, y toma protesta como el triunfador de ¿cuál justa interna? ¿contra quiénes compitieron?
Los tres fueron dedazo o autoimposición. Nos costó a todos. ¿quiénes eran los otros contrincantes? ¿por qué no hicieron campaña también?; o ¿no será que para nombrarse candidato ganador de su partido bastaba una contienda interna, privada, y no pública y millonaria como la que nos fumamos durante 59 días -que pareció un siglo-, y ahora nos enteramos que los tres gastaron más de lo que ingresaron al INE?

¿Vamos a permitir que esto suceda en nuestra cara? Lo más que he visto ha sido el gesto, la simulación -para eso somos buenos-, la resignada burla que hacemos cuando tocamos el tema, que les hace saber que sabemos; que no nos hacen tontos. Pero si no pasa al nivel de denuncia formal, nos van a seguir viendo la cara de pendejos.


Ahora, luego de librar los requisitos que el INE impuso a los contendientes por la candidatura independiente -”haiga sido como haiga sido” (FeCal dixit)-, los presentan como El Bronco del PRI, Margarita del PAN y Ríos Piter del PRD. Chéquese el orden de aparición, que ya sugiere una preferencia inducida. ¿cuál independencia? más allá de que se les demuestre o no que muchas de las firmas que consiguieron fueron compradas, algunas con dinero público, estos tres son lo mismo; es una carta bajo la manga del sistema para imponerse. Al final pueden sumar sus votos a un partido y ganar por un pelito de rana. Un insulto a la democracia y a la inteligencia de la gente.


Me alegro de que Ferriz de Con y Marichuy no hayan subido a la boleta. Eso resguarda su dignidad de ciudadanos honestos. Es evidente que quienes están en la boleta forman parte del juego sistémico para que siga gobernando la corrupción. A estas alturas sería muy ingenuo pensar que cualquiera tiene la misma oportunidad.

Ah, pero el círculo rojo, la “comentocracia” (Jorge G. Castañeda dixit), los encuestadores, y los mercados están haciendo su agosto con la especulación. Parece que la regeneración es imposible. Y ya lo dijo Vargas Llosa: “hay dos caminos, “la Dictadura perfecta o la democracia populista”. Y esto me sabe a más de los mismo (sistema) o la posibilidad de perder todo lo ganado -a pesar de la corrupción- y optar por un México que se supone que ya superamos, con el riesgo de convertirnos en una Cuba o una Venezuela, por pagar el precio de la utopía.

Lo que sí es evidente son los fuegos que tanto de un lado como del otro del campo de batalla se cruzan; y no son argumentos de campaña, son insultos, bajezas, trapitos sucios que al otro le embarran en la cara, mentiras, nimiedades como que si no saben sacar el tanto porciento o que si tiene el pelo rojo o vitiligo. Lo que evidencia que todos tienen mucho que esconder y que el nivel de diálogo político, ese serio que debería haber, no existe. No hay debate público, sino descrédito al oponente; no hay intercambio de ideas y propuestas, sino soplamocos, gritos y sombrerazos (sillazos); no hay un diálogo social que amalgame las aspiraciones de los diversos méxicos que somos, sino discurso de odio, descalificación al “otro”, racismo, clasismo, ghettismo, grupismo y todos los pequeños s-ismos que nos separan del que piensa distinto a nosotros. Eso sí somos. Nada de vanagloriarse por la unión y la solidaridad que despiertan los temblores. La verdad es que nos odiamos.



Pero, volviendo a los candidatos o representantes, a mí me llama la atención especialmente el fenómeno Marichuy. Está claro que su intención no era llegar a la boleta, sino ser escuchada, considerada, tomada en cuenta -su voz, no ella-, sino llevar al escenario político las necesidades urgentes de más de 15 millones de personas que, para efectos prácticos son consideradas por la cultura urbana-occidental como ciudadanos de cuarta.

Mucho podemos debatir, muchos programas habrá para combatir la pobreza -más bien para perpetuarla-, muchas miradas desde esta cultura dominante se echarán hacia esas más de 69 etnias esparcidas por todo el territorio, y que así como en un sentido son “nuestro orgullo”, en otro son nuestra verguenza, nuestro error, el polvo bajo el tapete. Como dice el Antropólogo Roger Bartra: “No hay que mirar a mesoamérica con los ojos de occidente, sino aprender a mirar a occidente con los ojos de la cultura mesoamericana”, que es nuestro rezago innombrable. Mientras no exista ese diálogo inter-civilizatorio con ellos México no va a ningún lado. Celebraremos los avances del México imaginario del que habló Bonfil Batalla, pero ese México profundo siempre será una piedrita en el zapato que no nos permitirá caminar sin tener que pararnos de vez en cuando a aliviar ese dolor. Y hoy estamos en ese lapso de descanso. ¿Qué pasa con los proyectos de minas, de extracción de petróleo, de monocultivos y sembradíos de transgénicos, de agua potable, que amenazan el territorio sagrado, las tradiciones y la dinámica de la vida comunitaria de estos grupos? ¿dónde están las negociaciones, cuáles son los intercambios? ¿En qué cambió la vida de las comunidades que se levantaron en el 94 liderados por el Subcomandante MARCOS? ¿Dónde está el diálogo, el cumplimiento de los acuerdos; su representación en el congreso?


Por más de 500 años el indígena ha resistido, y el Estado tiene la obligación de garantizarle los mismos derechos que al ciudadano promedio de este México plural. Son personas que tienen una cultura diferente, pero son mexicanos, y como tales deben ser considerados, no sólo como un voto a ser comprado, sino como ciudadanos dignos y activos en el proyecto de nación.
 
¿Qué va a pasar con Marichuy y los pueblos que representa después de las elecciones? ¿Show para el turismo?







José Manuel Ruiz Regil
Poeta, publicista y analista cultural

No hay comentarios: